Tuesday, July 31, 2012


Vivir en la verdad.
Ing. Gerardo Páez.
Presidente Partido Acción Concertadora Democrática


Vivir en la verdad no es solo no mentir. Es echar fuera de nuestra vida la mentira. No solo la mentira llamada  “piadosa”, se trata de esa gran mentira que es vivir engañándonos a nosotros mismos y sometidos a una vida de mentiras.

No se trata de moralizar, ni de filosofar, se trata de vivir en la verdad o vivir en la mentira. Se trata de vivir permanentemente en busca de la verdad o vivir permanentemente en medio de una mentira, o aún peor, vivir gracias a la mentira.

La verdad no es una abstracción filosófica desarraigada de nuestra existencia cotidiana, es el camino que se va abriendo a fuerza de las pequeñas verdades que van tejiendo la verdad que deseamos vivir. Siempre más allá, siempre más arriba, hasta trascender nuestra propia verdad y acceder a vislumbrar la verdad que está en el otro.

La mentira no es solo la que se dice. Es también la que se hace, es, sobre todo, la que se vive. Si una persona vive en la verdad y dice una mentira falla, pero sabe que falla y le duele fallar. Pero una persona que vive en la mentira,  no solo no le duele la mentira sino que encuentra en esta una manera de vivir mejor, una coartada para seguir “viviendo en la mentira”.

La verdad duele y vale sacrificio. La mentira es fácil y alivia el dolor del momento.
Pero quien se sacrifica por la verdad siente una gran liberación por dentro y se sacude de un gran peso por fuera. En cambio quien vive en la mentira luego del cambio momentáneo, carga con el peso de la doble cara hasta que reconoce con doble dolor que mintió, o peor, que está viviendo en la mentira y nuestros torturadores que saben muy bien aprovecharse de las mezquindades humanas le sacan muy buen partido a esta debilidad nuestra o mejor dicho de quienes no acaban de percatarse de que vivir en la mentira en la peor manera de vivir.

Probemos ahora cuando hayamos terminado de recibir esta conferencia o mejor, antes de salir de este recinto, hagamos el propósito de intentar ser transparente, es decir: pensar con nuestra cabeza, decir lo que pensamos, y hacer lo que decimos y pensamos, si consideramos que lo que pensamos, decimos y hacemos es bueno y verdadero.

Vivir en la verdad es discrepar sin ser atacado, es poder criticar sin ser discriminado, es poder aportar alternativas sin ser condenados. Es poder tener un espacio de convivencia y participación donde se acepte a las personas con su diversidad y se promueva el dialogo para llegar a la participación activa y libre.

¿Es así en los  lugares donde ustedes desarrollan sus actividades cotidianas? Mientras más espacios de libertad y responsabilidad haya en las estructuras de un país, mayor será la verdad en que se vive en el mismo.

La única forma de vivir en la verdad y que esa verdad nos haga libres es intentar cada mañana decir no a la mentira.

Se debe y por eso estamos aquí, formar al hombre para decir lo que piensa y no para repetir consignas y dejar de pensar por sí mismo para poder vivir en un clima de aparente tranquilidad.
Las pequeñas verdades vividas en lo cotidiano tienen más fuerza de convicción que cualquier fuerza exterior. Si los aquí presentes y los que puedan estar leyendo estas líneas, se han visto en algún momento de sus  manipuladas vidas, viviendo en la mentira, esta es una oportunidad excelente para reflexionar al respecto sobre la calidad de una vida cuyo protagonismo se cambia por ventajas materiales u otras igual de indignas.

Si ustedes han comenzado, en cambio a vivir en la verdad, comenzarán a comprobar la libertad que sienten por dentro y el potente influjo que ejercen a su alrededor, porque vivir en la verdad contagia por ser la única forma plena de vivir.


Conferencia sobre la libertad y la necesidad de los cubanos de ser libres.
Ing. Gerardo Páez.
Presidente del Partido Acción Concertadora Democrática

Hay una aspiración inscrita en el corazón de los cubanos que lo empuja a ser libre, a buscar siempre mayores grados de libertad, a vivir esa libertad en todo y cada uno de sus actos y a tratar por sobre todas las cosa de defenderla.

Toda persona nace libre y viene a este mundo dotado de razón y conciencia. Es más, la esencia que distingue  al ser humano del resto de los animales y de las cosas es precisamente que tiene, en el mismo centro de su ser, esa capacidad de tener conciencia de su propia dignidad y un deseo imparable de alcanzar su total realización.

Llegamos a ser personas cuando alcanzamos a ser dueño de nuestra vida y de nuestro destino y cuando podemos diseñar nuestro propio proyecto de vida. Esto lo digo sin temor a equivocarme,  ya que a mi entender, el ser humano es una persona, es decir, un universo de naturaleza espiritual dotado de libertad de elección y destinado a la libertad de autonomía.

La libertad que es el tema principal de esta conferencia, es de tal manera constitutiva de la persona humana, es decir, ustedes, y ésta deja de ser lo que es cuando se le limita, se le arrebata o se le manipula su libertad. Sin libertad no hay personas sino piezas de un mecanismo de opresión y por supuesto, si están hoy todos aquí es por el solo hecho de que detestan vivir en un régimen de opresión, pero para vivir libre de un régimen de opresión es necesario la otra cara inseparable de la libertad: la responsabilidad. Libertad sin responsabilidad es libertinaje inmoral y dañino para la propia persona y para los demás. Responsabilidad sin libertad, en cambio es puro teatro, una farsa bien montada sobre un guión que dirigen, manipulan y protagonizan los verdaderos responsables que han arrebatado o restringido las libertades que deben ejercer ustedes como ciudadanos y quienes han llegado incluso hasta lesionar la libertad interior que es inherente a cada persona que les es inherente a ustedes que de alguna manera la han visto en peligro y es por eso que hoy muestran aquí su deseo de aprender y prepararse en el justo y necesario ejercicio de la libertad y la responsabilidad para convertirse en los líderes que nuestra sociedad pide a gritos para que ayuden a resolver los problemas acumulados por año, fruto de la incompetencia y la manipulación a la que hace un rato se hacía referencia.

Por ejemplo, cuando en un país se lesionan las libertades de conciencia, de religión, de expresión, de asociación, u otras, algo muy grave se ha dañado en la convivencia de ese país. Pero siempre puede quedar, en el santuario de la conciencia de los ciudadanos de ese país, esa otra libertad interior,  que es la fuente y la raíz de todas las demás libertades. Es también raíz y fuente de las libertades cívicas. Es por eso que a lo largo de la historia hay naciones que han perdido en reiteradas ocasiones sus libertades o, incluso su independencia económica o política, pero al cabo del tiempo, sus propios ciudadanos han podido recuperarla. Sin embargo existen otras naciones en las que se ha conculcado y desconocido las libertades de los ciudadanos y pasan años y décadas y éstos no logran recuperar, por ellos mismos, ni las libertades que se han dejado arrebatar, ni la libertad de su pueblo.

Generalmente hay un indicio que va relacionado con esta impotencia para rescatar la libertad. Ese síntoma fatal es un serio deterioro de la responsabilidad personal de cada ser humano. Cuando se llega a este punto en el que, además de las libertades mencionadas se ha llegado a dañar la libertad interior y la responsabilidad de los ciudadanos, entonces, algo muy grave y muy serio se ha dañado en el alma de los pueblos, en su capacidad de ser nación, en su identidad cultural, en su eticidad.

Entonces nos preguntamos: ¿por qué en algunos pueblos sus propios ciudadanos aspiran, luchan y alcanzan a tener, conservar e incrementar, cada vez, mayores grados de libertad? Y ¿por qué en otros países los mismos ciudadanos hacen dejación de su propia libertad interior, abdican su propia conciencia, renuncian a gobernar su propia vida, deponen su responsabilidad y acceden a que otros se la manipulen, les programen la vida y se la administren hasta en los más mínimos detalles?

Una respuesta en este segundo caso es que no solo se han violado las libertades de ese pueblo, sino que se les ha secado la libertad interior y personal a sus ciudadanos.
La libertad interior se seca cuando no se ha educado para la libertad. Cuando se ha nacido, crecido y educado en un clima de miedo delaciones y opresión. Estos son los frutos de una educación manipuladora e ideologizada, destinada a reproducir patrones de imitación y de acatamiento. Largos e ininterrumpidos años de adoctrinamiento masivo y dogmatico, nos forman, o mejor, nos deforman, para acatar y obedecer, para la sumisión o la simulación.

Dos factores: el sistema de educación y los medios de comunicación social, han sido los dos mecanismos que más han dañado la libertad personal y la responsabilidad cívica de los cubanos.  Es verdad que estos dos instrumentos son universales y llegan a casi todos, pero <> porque, en general, no se revierten en virtudes y valores sino en disimulos, despersonalización y desarraigo.

Miremos a nuestro alrededor: cuando la libertad interior y las libertades públicas no se cultivan en el hogar, ni en la escuela, ni en el trabajo, ni a través de la prensa, la radio y la televisión, brotan, sin esperarlos, los síntomas de una educación para la manipulación y la incondicionalidad que inculcan esos espacios. Esos síntomas los podemos encontrar por cualquier lado: la irresponsabilidad que raya en la incapacidad para diseñar cualquier proyecto de vida hasta el abandono de la propia personalidad, la fragilidad ante las presiones, el deseo irrefrenable de huir hacia ninguna parte, la doblez si conciencia de culpa, entre otros.

Vemos crecer, también, un fenómeno sociológico llamado “Anomía”, que no es más que esa falta de gobierno de sí mismo, que los especialistas describen como ´´una concentración de motivos de inadaptación debido a la desintegración social… pues, precisamente, es en los períodos de cambio rápido e incontrolados y de crisis económica, períodos en los que fallan los elementos sociales que garantizan una autorrealización ordenada de las personas, cuando se manifiestan signos progresivos de inseguridad, de pérdidas de significado, de irrupción de instancias de confusión y de insatisfacción de las necesidades y deseos individuales hasta llegar al suicidio anómico que confirma el fracaso de la ley en su intento de humanizar el deseo humano y el triunfo de la angustia que ocasiona un deseo insatisfecho… en otras palabras, la Anomía nace del hecho de que en determinada sociedades se ejerce una fuerte presión generalizada para interiorizar algunos fines y luchar para alcanzar los que son propios de una capa o clase, sin que al mismo tiempo se brinden a todos las mismas oportunidades iníciales ni los mismos medios institucionales en orden a alcanzar esos fines.

Tanto el incremento de la violencia, del desorden social y el suicidio por un lado, como el incremento de la vulnerabilidad moral, la debilidad de carácter, el desgano de vivir, la adicción a las drogas y el alcoholismo, sobre este último flagelo nuestro Centro realizó un estudio reciente  demostrando cuan vulnerables somos en ese sentido, son síntomas de la alienación de la persona humana, del ansia de escapar a todo tipo de presiones, al excesivo control y a los modelos autoritarios y paternalistas que provocan la falta de libertad.

Pero no es prudente y no libera quedarse con la sola comprobación de la realidad circundante y lamentar la ausencia de una libertad personal a la altura de la dignidad y los derechos que todos debemos defender, motivo por el cual todos estamos reunidos en esta conferencia de carácter educativo y preparatorio, puesta sus miras en el futuro inmediato de nuestra patria.
Para  ello es necesario ir a los remedios, ir a la autentica solución de esta crisis de libertad interior: la educación para la libertad, que es el desarrollo de un camino de liberación a partir de la recuperación de la responsabilidad personal.

La liberación personal y social es, precisamente, el proceso gradual y creciente de eliminación de todo tipo de alienaciones y de las presiones, autoritarismos y violencias físicas, mentales y espirituales que son la raíz de esas enajenaciones de la realidad.
Es un proceso que, en fin, tiene que llegar a partir de lo que constituye el núcleo existencial de las personas y los pueblos: la liberación de su alma. Es decir, la liberación de su conciencia, de su subjetividad, verdadero sagrario donde se salvaguarda y desarrolla la dignidad de la persona humana.

Cuando hablemos de libertad, deberíamos, por lo menos, preguntarnos con toda sinceridad a que libertad nos estamos refiriendo. Cuando en cuba ansiemos la libertad, debemos por lo menos, preguntarnos con audacia como anda nuestra propia responsabilidad en la conquista y crecimiento de nuestra libertad interior. Aquella que no depende de leyes y controles, la que no nos puede conceder ningún gobierno o estado, Aquella libertad interior que nos pone en pie dentro de nosotros mismos y no levanta de la postración del alma que es la peor de las esclavitudes.

Los que en cuba nos encontramos cautivos por dentro, oprimidos por fuera, ciegos ante lo que nos está sucediendo, recordemos que todo proceso de liberación comienza en el fondo de nosotros mismos y para eso tenemos que aprender a vivir en la verdad, que es el tema que trataremos en la segunda parte de esta conferencia.