Foto: Gerardo Páez |
Artemisa
21 de agosto de 2016
Por:
Ing. Gerardo Páez.
Recientemente
volvimos a presenciar un hecho verdaderamente repugnante, reflejo de las
verdaderas entrañas del régimen castrista.
En
pleno corazón de la Habana, Zahíra Castro, una joven defensora de los Derechos
Humanos, fue víctima de una golpiza que le propinara un hombre que sin lugar a
dudas goza del amparo del gobierno cubano.
Lo
bochornoso de esta historia estriba en el hecho de que hasta la fecha todavía
nadie le haya pedido cuentas al agresor por tamaña falta de hombría, hecho este
que además constituye un delito en cualquier país o región del mundo.
Lo que
se pretende y siempre se ha pretendido con este tipo de impunidad, es impedir
que la población se manifieste aunque sea de manera pacífica y reclame sus
derechos que cada día le son violados por la sencilla razón de que los sicarios
de la dictadura, siempre estarán listos para hacer frente de una manera
despótica a estos actos de valor cívico.
Muchas
veces he comentado y lo seguiré haciendo hasta el cansancio, que el régimen de
los hermanos Castros que para nada son parientes de Zahíra a pesar de llevar el
mismo apellido, desde los primeros días de 1959 instauró un mecanismo de
desmoralización de las personas, valiéndose para ello de todo tipo de
herramientas con el fin expreso de sojuzgar a nuestro pueblo.
No es
casualidad que se le haya dado rienda suelta a diferentes manifestaciones de
indisciplina y de cierta forma se haya tolerado el vandalismo siempre y cuando
por supuesto éste no afectase los intereses ni la seguridad de la cúpula
gobernante, pero en fin el propio gobierno creó las condiciones para hacer
sentir inseguro a aquellos sectores que por diversas razones y sintiéndose
descontentos, pudieran protestar en su contra.
El
privilegio de algunos sectores en detrimentos de otros menos favorecidos
también ha sido una de las estrategias del régimen pero que a la postre tendrá
sin lugar a dudas un efecto bumerán por las consecuencias que acarreará contra
el propio sistema ya que una acción de esta naturaleza no podrá prevalecer por
mucho tiempo sin despertar la ira hasta de los más cobardes.
El castrismo ha basado su poder en la pérdida de valores universales de
muchos cubanos, no podemos decir que de la totalidad pues sería injusto pero si
de una mayoría escalofriante, no hay que ser muy avezado para comprender que un
país desvalorizado moralmente, es presa fácil de someter y peor aún de
manipular.
Para
suerte de nuestra amada Cuba hay muchas Zahíra dispuestas a pagar cualquier
precio, incluso el de la incomprensión y el mal tarto protagonizado por
sabandijas como el que la agredió, pero en fin ella dio una lección de coraje
poniendo en una situación bastante difícil a su agresor, ella siendo mujer, fue
más hombre que la rata que la agredió.
No
obstante, sentí vergüenza ajena.
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